Lo más bello de esa niña eran sus sentimientos, con sed de amor, no esperaba recibirlo sino darlo. Amaba a todo el que estaba a su alrededor.
Soñé que nos divertíamos mucho, con juguetes maravillosos que ella tenía. Había uno que me gustaba en particular, un carrito azul, parecido a un Volkswagen escarabajo, en el parabrisas en vez de tener vidrio, tenía un par de ojos muy simpáticos, una sonrisa en su parachoques delantero y una antena enorme en su maleta.
Yo lo quería para mí, pero no me lo daba. Luego, dejamos de jugar porque ella empezó a estudiar y a enamorarse mucho y con todo el corazón, yo la llevaba a pasear a la playa para olvidarnos de los problemas amorosos hasta que encontró el verdadero amor.
Seguí soñando con su sonrisa, que inundaba la habitación e invitaba a la travesura y a la pircardía, ella me llamaba loquita con su voz ronquita.
Todo transcurría en mi sueño con tranquilidad, hasta que llegó Marzo. Este mes se enamoró de ella; la amaba tanto que no le importó lo mucho que la queríamos a nuestro lado, y esperó que ella fuera a la playa, su lugar favorito, bien lejos de mí, lejos de todos nosotros y se la llevó con él.
Seguí soñando a que llegó Abril preguntando por la niña, pero ella ya no estaba; ¡me desperté!. Me levanté corriendo de un lado a otro, buscando y buscando: ¡ella debe estar por allí, yo la vi, yo la conocí!.
Salí a la calle y le pregunté a la gente: ¿no has visto a una niña linda, de ojos soñadores, risa picara y voz de caramelo? Pero nadie la había visto.
Regresé a casa cabizbaja pensando en lo tonta que había sido, recriminándome y pensado ¡dónde tenía la cabeza! sólo había sido un sueño, tal niña nunca existió, fue sólo un sueño.
Al entrar en mi cuarto, sobre la cama, hallé el carrito azul de ojos bellos y sentí su amor de nuevo en mi pecho, la había encontrado, estuvo todo el tiempo dentro de mi corazón.
Mayerling Vera
Junio 2003
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